En los tiempos actuales se hace necesario introducir metodologías activas en el aula. Hay que cambiar las clases tradicionales por unas más activas en las que los
alumnos y alumnas participen más de su propio proceso de
aprendizaje. En este sentido, el modelo Flipped Classroom viene a dar más protagonismo al alumno. Este ya no es un mero observador, ya no está centrado en el
profesor y en su clase magistral. La entrega de contenido ya no es el foco de la
clase, ni la difusión del contenido la principal responsabilidad del profesor. Tenemos que ser conscientes que esto hace que muchos de los parámetros que
conocemos cambien, no solo para los docentes y los alumnos, sino también para
las familias.
Si hay algo que me gusta del modelo Flipped es que los profesores asumen el papel de un
facilitador del aprendizaje. Creo que utilizar el tiempo de clase, junto con la experiencia del docente, para facilitar y potenciar procesos de adquisición y práctica de conocimientos, es una gran idea. Se puede trabajar con los estudiantes en
grupos pequeños y se puede personalizar e individualizar el aprendizaje de cada alumno. Cada estudiante es único, y considero fundamental que pueda recibir su “propio itinerario”, que se adapte
a sus necesidades. Ya no funciona eso de “una talla única para toda el grupo”. Cada
alumno debe recibir justo lo que necesita cuando lo necesita.